lunes, enero 31, 2005

- ¿Y cómo se lo cargo?
- De dos tiros. ¡Pum, Pum! Sin piedad.
- ¿Se le cambió la cara?
- ¿Al cabrón ese? Ni hablar, le miraba a los ojos mientras le apuntaba con el cañón de la pistola.
- Se parece a la novela esa...¡coño! ahora no me sale el nombre...sí joder a esa novela donde se cargan a toda la familia...
- Ni idea tío, yo hace que no leo un libro...desde que iba a la escuela y fui solo cuatro o cinco años, me expulsaban siempre.
- Joder... lo tengo en la punta de la lengua...Esa que van dos tíos a casa de una familia y matan uno a uno a todos los que vivían...
- No se, no digas gilipolleces, que no tengo ni idea.
- Eh! yo no digo gilipolleces, ¡Te estoy diciendo que se parece a una novela que leí hace tiempo!
- ¡Pero tú qué coño vas a leer si no sabes ni escribir tu nombre!
- ¡Imbécil!, ¡cierra la boca o te la frío a balazos!
- ¡Qué vas a hacer ¿Qué?!
- ¡Como me vuelvas a insultar te juro que te mato aquí mismo!
- Jajaja.... ¿Tu? Tu No tienes huevos a matarme.
- ¿Qué has dicho, cabrón?
- Lo que has oído.
- Repítelo, venga.
- Que - no- tienes- huevos.

Pit saca la pistola, le apunta en la cabeza, la mano le tiembla, tiene los ojos fuera de las órbitas. Mike se ha quedado con la boca abierta, no se cree que su amigo le esté poniendo el cañon en la frente, comienza a sudar.
Pit reacciona, parecía haberse quedado en estado de sock por unos momentos. Se da cuenta de la situación y comienza a balbucear.
Mike le pide que baje el arma, cada vez está más nervioso.
Pit duda acerca de qué hacer. Termina dejando el brazo muerto y el cañón de la pistola mirando al suelo.

- Lo siento tío -dice Mike- no sabía que te iba a doler tanto lo que he dicho.
- Cómo lo vuelvas a repetir te juro que esta vez sí que te mato. Sin piedad.
- Vale, vale, pero ahora ....Amigos,¿no?
- Si, amigos.


La violencia es tan absurda, que puede llegar a parecer cómica.

domingo, enero 30, 2005

Si hoy pudiera consolarme el hastío, la desesperanza, el olvido inoportuno, la melancolía marchita en mi piel, podría llegar a convertir mi cuerpo en un placer diabólico.

miércoles, enero 26, 2005

Hoy malgasto mil y una veces mi piel. La pinto, la lavo, escribo, borro, subrayo, la rompo, me cabreo, la pellizco...Pero hay algo que no desaparece; tu olor se ha apoderado de ella.
Mariela traía amarrado el frío a su ropa, a su piel, a su aliento. Tiritaban sus huesos por la desesperación de la desnudez y se agolpaba la sangre casi congelada, impidiendo el frenético recorrido por sus venas.
Se soplaba las manos, las frotaba, las escondía...se acariciaba las orejas, maldiciendo su pelo corto, mientras sentía que una lágrima, comenzaba a descender sin paracaídas por su mejilla enrojecida.
Quiso correr, gritar, no parar de saltar para recuperar el calor que apenas existía ya en su delgado cuerpo, pero no atinaba a sacar las fuerzas suficientes. Decidió sentarse, calmarse, obviar la sensación del entumecimiento y esperar a que la primavera se asomase por la ventana.

martes, enero 25, 2005

Vuelvo a hacer el pino, a mirar el mundo al revés...Me gusta pensar que si veo las cosas del suelo en el techo y las del techo en el suelo, mi vida puede comenzar a tener sentido.
El problema es que no estoy segura de querer tener mi mundo en orden, así es más divertido.

jueves, enero 20, 2005

Mi memoria cada día aplaza un día más sus interminables vaciones. Tengo un pequeño problema con respecto a las llaves y es que, desde que tengo uso de razón, se me olvidan; y no es por falta de empeño en recodar dónde están sino porque creo que siempre las llevo encima, cuando en realidad están pululando por algún lugar de la mesa.
Hace algún tiempo decidí que, para cogerlas siempre, podría atármelas a la cartera, que de esa sí que no me olvido. Todo iba muy bien, yo y mis llaves y mi memoria por acordarme de tener siempre la cartera encima, se compenetraban de maravilla; pero llegó el fatídico día. Se me olvidó la cartera.
Con la angustia encima de no tener la cartera, ni tampoco las llaves, intenté localizar a mi tía para que me dejara una copia de las mismas en la frutería que está debajo de casa y así poder cogerlas cuando volviese de la universidad. En el camino, comencé a idear una estrategia que me permitiese llevar siempre fijada la cartera a algún soporte y de paso, tener fijadas también las llaves; intenté poner un cordón en la mochila donde engancharla, pero al momento llegué a la conclusión de que no era una buena vía. En el momento en que no cogiera la mochila, ya no tendría ni el monedero, ni tampoco podría abrir la puerta. Por lo tanto seguí pensando...
Y de tanto pensar, al final se me ocurrió la brillante solución de comprar una memoria más amplia para mi cerebro. Adquirí una por un precio módico y una vez instalada, no tuve problemas para recordar nada de lo que me pasaba, sucedía o veía.
La memoria fue almacenando información, sin olvidar ni un solo instante de mi vida, algo que comenzó a angustiarme, porque a raíz de esto no podía hacer una selección de aquello que me interesaba, teniendo por obligación que visualizar una vez tras otra todo lo que pululaba por mi cerebro. Molesta por tantos recuerdos odiosos, opté por desenchufar la memoria, aunque eso me costara el olvido eterno.
Ahora vivo más feliz, aunque en alguna ocasión no recuerde dónde se sitúan las llaves, o cuando es tu cumpleaños, o el lugar exacto donde nos conocimos.

miércoles, enero 19, 2005


Noticia obtenida del diario gratuito 20 Minutos, miércoles 19 de enero de 2005.

"De la bomba fétida a la ‘bomba gay’
El Ejército de los EE UU estudió fabricar una bomba para provocar la homosexualidad en el enemigo y con ello «minar la moral y la disciplina» de las tropas, según un documento secreto que acaba de salir a la luz. La idea era lanzar agentes químicos capaces de alterar las hormonas y hacer que los soldados se sintieran «irresistiblemente atraídos entre sí».
Parece una broma, pero el proyecto fue presentado con toda seriedad al Pentágono en 1994, con un presupuesto previsto de 7,4 millones de dólares para el desarrollo y producción masiva durante seis años de esta arma y otras no menos descabelladas.El documento "Productos químicos para el hostigamiento, irritación e identificación de los malos" partió de una base aérea en Ohio e incluye también la posibilidad de rociar a los enemigos con una sustancia que provoque halitosis «grave y continuada» o mal olor, para hacerlos «fácilmente identificables». También propone colocar colmenas en sendas usadas por el enemigo y rociarles un producto químico que vuelva locas a las abejas y las haga picarlos a discreción."
Y yo que me permitía pensar que vivíamos en un mundo civilizado...

lunes, enero 17, 2005

- ¡Mierda!
- ¿Qué pasa?
- Que me he pinchado.
- ¿Qué haces?
- Coser mi corazón
- ¿Y por qué lo coses? Yo te podría dar uno nuevo.
- Pero quiero este.
- ¿Por qué?
- Porque es el que él me robó.

domingo, enero 16, 2005

Divido mi mundo en dos mitades. En la mitad izquierda se encierran las personas de este planeta, del que pisamos con la suela desgastada de nuestros zapatos, ancianos por los años.
En la mitad derecha esparcidos, se encuentran los ajenos a este lugar inhóspito donde pasamos las horas de nuestra vida...interminable.
Miro a ambos lados. Cada elemento dirige sus ojos hacia un lado, no concreto aunque quizás lo suficientemente atrayente como para no apartar la vista de él.
Los de mi lado izquierdo se pelean, gruñen, otros ríen y los más lejanos lloran.
Los de mi lado derecho hacen prácticamente lo mismo, salvo que no se gritan entre ellos.
A los terrestres les da por acariciarse los unos a los otros, de forma tierna.
A los externos, les gusta besarse con el orificio que se encuentra en su cara.
Mientras que los unos sonríen, otros lloran. Mientras unos fuman, otros absorven los sueños ajenos.
Mientras unos hacen el amor, otros dudan de sus ideas despistadas.
Mientras unos se espían entre sombras, otros se desnudan al alba para exhibir sus cuerpos.
Miro, miro y miro, pero no encuentro desbordantes diferencias y tampoco sé a qué lado elegir.
En ese momento, en el lado derecho me doy cuenta de que existe un elemento separado, extraño a los demás, hecho un ovillo, bajo la luz de una gran farola.
Le pregunto qué le ocurre, pero no quiere contestar. Le insisto, le hago reír, llorar, gritar, gruñir, pero no es suficiente.
Entonces, decido mantenerme callada, esperando a que él hable, quizás necesita unos oídos que únicamente le escuchen.
Por un momento duda hacerlo, pero al rato, no puede sostener el ambiente enrarecido.
Llora una lágrima tras otra saladas, que dejan un rastro blanco. Aparta las manos de sus grandes ojos blancos y dice:

- No estoy agusto aquí. Me siento extraño, distante, incomprendido. Quiero aprender a soñar.

Le cojo entre mis brazos, le acurruco en mi pecho y le beso en la frente. Ya sé a quién elegir. Así que apartando a los terrestres, decido mudarme al otro lado, al de los inclasificables.

jueves, enero 13, 2005

Querría tenerte escondido debajo de mi pie, entre la suela de goma de mi bota y el asfalto. O esconderte en el bosillo izquierdo de mi chaquetón de pana para no perderte nunca y poder tocarte con la yema de mis dedos cuando quisiera.
A veces protestas porque quieres ver la luz y respirar un poco más de lo que entra por las rendijas de tu piel.
Otras, te enzarzas en pensamientos abstractos, volátiles, simples o demasiado complejos y yo me aburro y no te escucho y absorta únicamente miro el atardecer.
Un día alcancé a comprender que si te prestaba atención, quizás podría comprender tu frustación de vivir en mi bolsillo, escondido del mundo donde yo vivo. Te aseguré que no iba a ser fácil, que quizás no sobrevivirías. No escuchaste, sacaste la cabeza, los brazos y el cuerpo y te pusiste a andar a mi par.
En ese momento me di cuenta, de que estando a mi lado, nuestra relación iba a ser mucho más fácil.

domingo, enero 09, 2005

De un sin fin de quejidos sordos
provenientes de unos cristales rotos
por culpa de tu ausencia,
llegaban tiritando las melodías de unas cuerdas
de un violín desafinado.
Sin prisas esperaban tus oídos aletargados
por el silencio conmovedor del llanto,
de tu corazón indomable y de tus pesadillas más remotas.
Cabalgando a marchas forzadas
volvían los jinetes sin caballo ni armaduras de hojalata,
tan solo con la voz quebrada del miedo solitario
y del cansancio de sus ojos somnolientos de tristeza.
De allí de donde nacen las flores sin tallo
y los perfúmenes de nombres embriagadores.
De allí donde acaban las palabras de un viejo escritor
de pluma de pájaro.
De allí llegaban sus sordas pisadas repletas de secretos,
de donde la línea de los montes define el horizonte
pintado de azul marino,
de donde el olvido no recuerda su nombre,
de donde las cenizas recuperan su cuerpo perdido
y regresan para verte.

viernes, enero 07, 2005

El se bebía sus lágrimas saladas, creía que de esta manera podría recomponer la parte de cuerpo que le faltaba, ahora que cada día estaban más lejos el uno del otro.
Ella se comía los pétalos de rosa que él le mandaba todos los viernes. Decía que podía sentir, mientras los pétalos recorrían su estómago, cómo el la acariciaba con las manos.
El decidió ponerse su perfume y sus anillos, para así soñar que la tenía siempre cerca.
Ella se puso su americana y su corbata azul marino con líneas diagonales azules claras, decía que así cuando se mirase al espejo, le vería siempre.
El entonces, decidió llamar a su puerta, para saber si seguía al otro lado de la madera marrón oscura.
Ella intuyó que él se acercaba y puso su mejilla izquierda para poder sentir su calor.
El se sentó, esperando a que ella se decidiera.
Ella siguió su trayecto, hasta notar su respiración de nuevo.
El le escribió una nota, que pasó por la rendija de la puerta:


Antes éramos dos mitades.
Necesito que por un instante volvamos a ser uno de nuevo.

Ella le respondió:

Seremos uno cuando puedas encontrame con los ojos cerrados en la oscuridad

Ella apagó la luz del recibidor y abrió la puerta. Se quedó de pie, desnuda en la noche, con los ojos cerrados, esperando que su piel la rozara de nuevo.
El empujó la puerta con suavidad, dio tres pasos, alargó la mano y palpó su pecho izquierdo.
Ella se estremeció, abriendo paso a sus lágrimas de nuevo.
El se las besó una a una, sin dejar que calleran al suelo.

miércoles, enero 05, 2005


Carta a Grabielle:


Querida Grabielle, te escribo para decirte que por aquí las cosas no andan muy bien. Hoy hemos comido puré de verduras, ese que odias tanto, y cuando estábamos todos sentados alrededor de la mesa, he visto de soslayo como al abuelo se le caía una lágrima.
Creo que los demás no se han enterado, así que yo he bajado la cabeza hacia el plato para que no se percataran de que había visto al abuelo llorar por primera vez.
La abuela está en el hospital; mamá la vio con la piel amarillenta y como ya sabes que arrastraba los dolores de tripa y la depresión, se asustó mucho. Hacía tiempo que apenas comía y que los ojos se le cerraban por la tristeza.
Le volvieron a cambiar la medicación, pero no ha tenido tiempo a tomársela porque como la subieron con todas las prisas al hospital, el médico dijo que era mejor que no empezara otro tratamiento hasta que no se sepa lo que tiene. Se cree que igual es un tumor, pero no sabemos si benigno o maligno, estamos a la espera.
Mamá está también muy triste, sabes que cuando quiere llorar y se aguanta, le entra el hipo, pues así ha estado todo el día, con el sonido para arriba y para abajo. Le he intentado dar ánimos, pero ya sabes cómo es, creo que es mejor dejarla sola.
Los demás estamos intentando ponernos en la peor situación, no es fácil. A mí me entra ese nudo en la garganta que te produce unas ganas tremendas de llorar, pero te las aguantas para que los demás no te vean y la situación sea más llevadera, aunque todo el mundo quiere gritar y sacar fuera todo lo que llevamos almacenando.
Papá es el que mejor guarda la compostura. Sabe lo afligida que es mamá en estas situaciones y el miedo que tiene a las intervenciones, por eso intenta no hablar con ella sobre este tema. Yo le intento explicar que lo mejor es que lo hablen y que mamá llore, que es la única solución de que duerma por las noches; los nervios la están matando.
Espero que puedas venir cuanto antes, como puedes ver el ambiente no es agradable, pero por lo menos, si pasa lo peor que puede pasar, podrás despedirte de ella.

Te quiere,

Lola.




domingo, enero 02, 2005

Notas para poner en el frigorífico
Hola bonito, quería decirte que me adelanté a la hora de ver la película. Sé que te había prometido estar una tarde juntos para disfrutar del mítico Gene Kelly, pero como tú no tenías tiempo y a mi se me estaba agotando la paciencia, no pude refrenar mi curiosidad por ver bailar claque.
Hola, quería decirte que no se te olvidaran las zanahorias, las tres cajas de leche semi desnatada (ya sabes que a mi madre no le sienta bien ninguna otra) y la mermelada de frambuesa. Si se te ocurre alguna otra cosa que necesitemos para poder pasar un día más agradable que el ayer, no dudes en anotarlo.
Soy yo de nuevo, creo que al final no voy a poder ver al ginecólogo, el ovario derecho me está matando de dolor y creo que mejor lo voy a dejar para cuando pueda moverme de la cama, cuando llegues no hagas mucho ruido, espero estar durmiendo. Buenas noches y felices sueños... Ah! tienes un trozo de pollo en el horno. Creo que eso es todo. Besos
Hoy ya no se me ocurre nada más que contarte, pero como me da pena ver la nota en blanco, únicamente quería hacerte el despertar un poco menos frío. Hoy aún te sigo queriendo, solo quería que lo supieras. Sé que ayer estuviste otra vez con María, espero que no hayas encontrado en ella, algo que yo no haya podido darte.
Bonito, esta va a ser mi última nota de frigorífico. Sé que te gustaban, pero al no obtener respuesta a ninguna de ellas, la tristeza se ha apoderado hoy de mi necesidad de escribir, que cada día es menor.
Solo quería desearte un buen día en la oficina. He hecho las maletas y he descubierto un lugar maravilloso, al otro lado del océano para vivir. Cuando quieras, puedes venir a visitarme. Te espero en Nueva York.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias