Estas... no van al cielo
El niño se hizo una herida en la rodilla izquierda. Sangraba mucho. Las escaleras llegaban a la ventana de Juana, pero se quedó en el primer piso. Estaba ahogado y no paraba de pensar en las punzadas de la rodilla. Maldita sea, se repetía. Escuchaba el piano de Juana tocar esa cansina serenata que su madre le hacía repetir una y otra vez. Miró a lo alto, una gota de sudor le cayó por la parte derecha del cuello. Se convenció de que tenía que llegar hasta la ventana y así lo hizo. No dejó de subir y de intentar alcanzar el cielo y la boca de Juana al mismo tiempo. El cielo y la boca, el cielo y la boca...
Se topó con sus labios después de que ella le abriera milimétricamente la ventana para que no se escapara el frío de la habitación. Él se quedó contento y nervioso y excitado. Quiso quedarse mirando sus ojos horas y horas, pero ella bajó la persiana sin decirle adiós. Él permaneció bajo el sol. El maldito sol con sus inconfundibles rayos. Esperando. Nada pasó. Nada. Solo la tristeza.
2 Comentarios:
Bonito, como siempre. Deberías poner todo esto en forma de libro. De cómo publicarlo ya nos encargaríamos después... Por cierto, tienes un post pendiente conmigo.
By Majia, at 9:49 a. m.
No van al cielo, pero el cielo se hizo realidad cuando Juana abrió la ventana, El cielo eres tú para mí, y no tengo esta escalera para llegarte. Beso de madre
By Anónimo, at 1:27 a. m.
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2 Comments:
Bonito, como siempre. Deberías poner todo esto en forma de libro. De cómo publicarlo ya nos encargaríamos después... Por cierto, tienes un post pendiente conmigo.
No van al cielo, pero el cielo se hizo realidad cuando Juana abrió la ventana, El cielo eres tú para mí, y no tengo esta escalera para llegarte. Beso de madre
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