Querría tenerte escondido debajo de mi pie, entre la suela de goma de mi bota y el asfalto. O esconderte en el bosillo izquierdo de mi chaquetón de pana para no perderte nunca y poder tocarte con la yema de mis dedos cuando quisiera.
A veces protestas porque quieres ver la luz y respirar un poco más de lo que entra por las rendijas de tu piel.
Otras, te enzarzas en pensamientos abstractos, volátiles, simples o demasiado complejos y yo me aburro y no te escucho y absorta únicamente miro el atardecer.
Un día alcancé a comprender que si te prestaba atención, quizás podría comprender tu frustación de vivir en mi bolsillo, escondido del mundo donde yo vivo. Te aseguré que no iba a ser fácil, que quizás no sobrevivirías. No escuchaste, sacaste la cabeza, los brazos y el cuerpo y te pusiste a andar a mi par.
En ese momento me di cuenta, de que estando a mi lado, nuestra relación iba a ser mucho más fácil.
A veces protestas porque quieres ver la luz y respirar un poco más de lo que entra por las rendijas de tu piel.
Otras, te enzarzas en pensamientos abstractos, volátiles, simples o demasiado complejos y yo me aburro y no te escucho y absorta únicamente miro el atardecer.
Un día alcancé a comprender que si te prestaba atención, quizás podría comprender tu frustación de vivir en mi bolsillo, escondido del mundo donde yo vivo. Te aseguré que no iba a ser fácil, que quizás no sobrevivirías. No escuchaste, sacaste la cabeza, los brazos y el cuerpo y te pusiste a andar a mi par.
En ese momento me di cuenta, de que estando a mi lado, nuestra relación iba a ser mucho más fácil.
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