Queridos invisibles:
Sé que hace mucho tiempo que no tenéis noticias mías, pero es que la rutina se ha instalado en el lado derecho de mi cuerpo y no se arranca a volar... así que hasta que ese momento no llegue, todos los días son similares.
Pero si algo, dentro de esta tranquila vida, me ha llevado a escribiros, es el hecho de haber podido, por una vez en mucho tiempo, lavarme los dientes en condiciones. Poco a poco me han ido desapareciendo, al igual que los dedos anulares e índices y es toda una odisea poder coger el cepillo y averiguar donde se sitúan los molares, los premolares, los colmillos...Pero creo que ya le he cogido el truco, así que no debéis preocuparos por mi higiene bucal que ya está casi conseguida.
En cuanto a la ropa, el tema está más complicado, porque como la parte izquierda poco a poco se hace borrosa y el brazo ya casi no se puede ver en condiciones, la ropa me cuelga de esa zona y la gente insensata se queda mirando aturdida y yo no sé cómo explicarles, que dentro de un tiempo, ya no podrán ni siluetear mi cuerpo porque habré desaparecido por completo.
En lo que respecta al amor... tengo malas noticias. El corazón, al estar en el lado izquierdo también, ha tomado ventaja con respecto al resto de zonas corporales, por lo que su desaparición fue de forma más o menos inmediata y por ello ahora apenas siento. Lo único que me queda vivo son los recuerdos, pero cada vez menos, porque al hemisferio situado en aquella zona que denominaremos "x" ,también le ha dado por tormarse unas vacaciones. Con todo esto quiero adelantaros que, aunque en un principio tenía segura la necesidad imperiosa de no estar aquí, entre los humanos, cada día me aterra más pensar que poco a poco tendré que ir despidiéndome.
También pienso, por el contrario, que debo ser fuerte y seguir mis instintos y que si en un momento decidí no avanzar ni un paso más, fue por algo; así que, sin querer contar más de lo necesario para que pueda haber más cartas de ahora en adelante que cada vez existo en menor medida, me despido con un fuerte beso, que espero se escurra entre el viento y les llegue con fuerza.
Atentamente, Anaïs.
Sé que hace mucho tiempo que no tenéis noticias mías, pero es que la rutina se ha instalado en el lado derecho de mi cuerpo y no se arranca a volar... así que hasta que ese momento no llegue, todos los días son similares.
Pero si algo, dentro de esta tranquila vida, me ha llevado a escribiros, es el hecho de haber podido, por una vez en mucho tiempo, lavarme los dientes en condiciones. Poco a poco me han ido desapareciendo, al igual que los dedos anulares e índices y es toda una odisea poder coger el cepillo y averiguar donde se sitúan los molares, los premolares, los colmillos...Pero creo que ya le he cogido el truco, así que no debéis preocuparos por mi higiene bucal que ya está casi conseguida.
En cuanto a la ropa, el tema está más complicado, porque como la parte izquierda poco a poco se hace borrosa y el brazo ya casi no se puede ver en condiciones, la ropa me cuelga de esa zona y la gente insensata se queda mirando aturdida y yo no sé cómo explicarles, que dentro de un tiempo, ya no podrán ni siluetear mi cuerpo porque habré desaparecido por completo.
En lo que respecta al amor... tengo malas noticias. El corazón, al estar en el lado izquierdo también, ha tomado ventaja con respecto al resto de zonas corporales, por lo que su desaparición fue de forma más o menos inmediata y por ello ahora apenas siento. Lo único que me queda vivo son los recuerdos, pero cada vez menos, porque al hemisferio situado en aquella zona que denominaremos "x" ,también le ha dado por tormarse unas vacaciones. Con todo esto quiero adelantaros que, aunque en un principio tenía segura la necesidad imperiosa de no estar aquí, entre los humanos, cada día me aterra más pensar que poco a poco tendré que ir despidiéndome.
También pienso, por el contrario, que debo ser fuerte y seguir mis instintos y que si en un momento decidí no avanzar ni un paso más, fue por algo; así que, sin querer contar más de lo necesario para que pueda haber más cartas de ahora en adelante que cada vez existo en menor medida, me despido con un fuerte beso, que espero se escurra entre el viento y les llegue con fuerza.
Atentamente, Anaïs.
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