lunes, noviembre 22, 2004

Pensamientos fugaces

Ando cien pies descalza por un hilo blanco que cuelga de mi jersey transparente.
Alzo las manos rozando el aire contaminado de tu vaho de invierno que procede de una nieve pasajera derretida con el frío.
Siento tu espalda pegada a la mía, haciendo equilibrios por mantenerse unida a una columna con huesos de plastilina.
Corto el hilo para dejarte caer en las profundidades de una habitación sin espacios vacíos y para que tu cuerpo, únicamente pueda quedar suspendido en los brazos del eco.
Te digo adiós desde las alturas entre moribundos pensamientos y pupilas despejadas.
Oigo caer tus lágrimas en el suelo sin forma mientras tu cuerpo descompuesto, desaparece entre mis respiraciones ahogadas y mis llantos apagados por una risa frenética.
Caigo yo también contigo. Los ojos cerrados. Los brazos extendidos. Creyendo que aún puedo volar.

Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias