15ª Parte
Cuando quieras empezamos, le dije con un tono delicado(creo que por la congoja que llevaba en el cuerpo)al tiempo que le miraba de arriba a bajo sin comprender qué hacía yo allí...
Ella sonreía porque sabía que yo estaba nervioso y poco acostumbrado a este tipo de trabajos, no obstante, intenté guardar la compostura y estar a la altura de la situación. Ella, de espaldas a mí, con la piernas semiflexionadas y la cabeza hacia la izquierda, esperaba a que yo disparara la foto.
Entonces sonó el teléfono, era Marisa. Lo cogí rápidamente y con voz nerviosa contesté:
- ¿Si?
- Hola Sergio, he pensado que... podíamos ir al cine si quieres o a dar una vuelta... o a donde quieras.
- Bueno, yo es que ahora estoy haciendo un trabajillo y no sé cuándo voy a terminar.
- No importa, si quieres yo voy a donde estés.
- No bueno, si el caso es que...
- De verdad que no me importa.
- Ya bueno, pero ... es que no sé cuándo...
- Mira, dime dónde estás y yo cuando terminé de hacer unas compras voy para allá.
- Mmmm... Bien. ¿Conoces la calle Corredera Baja de San Pablo?
- Sí.
- Pues en el portal 22, 2º B.
- Ok, pues allí estaré dentro de una hora u hora y media.
Y colgó así, sin más. Yo con la modelo en pelotas y con Marisa pensando en venir dentro de nada. ¿Pero dónde me he metido?.
Seguí con el trabajo. Mónica, la modelo, era un encanto de chica, le encantaba Joaquin Sabina como a mí y adoraba el cine y leer... ¡Basta ya Sergio!, ¿Ya empezamos como siempre?, mira que te tengo dicho que no te conviene este camino...
Y a la hora y media en punto llaman al timbre. Era Marisa, puntual como siempre. Sube y comienza a hablarme de manera frenética, como cuando está muy contenta, al tiempo que entra al salón y ve a Mónica desnuda, bueno, con una sábana, y se queda quieta en medio.
¿Y esto qué es? Me pregunta en voz baja. Y yo, en voz igual de baja le digo... el trabajo.
La llevo fuera de la habitación para explicárselo y me dice:
- Hombre, me lo podías haber dicho y venía en otro momento.
- Si intenté explicártelo pero...
- Pero ¿qué?
- Pero que intenté hacerlo y me estuviste contando lo que ibas a hacer y no pude, porque te venías para acá ...Pero no te importará ¿no?.
- No, no claro, si yo entiendo lo de tu trabajo... pero... ¿no te sientes incómodo?
- No ¿por qué?
- Pues nada... que ella es muy guapa y claro...así sin ropa, quizás tu..
- Pero ¿qué pasa?, ¿estás celosa?...
- ¿Celosa yo?. Que va, si yo no soy para nada celosa, de verdad, si a mi me da igual lo que hagas.
- Bueno, pues entonces no pasa nada ¿no?. Y... ¿no te importa que acabe con esto?, no me cuesta nada y nos vamos.
- Eh, vale, sin problemas, yo espero sentada y miro, que parece interesante.
- Ok.
La sesión acabó en una hora y media. Yo miraba a la modelo y de vez en cuando miraba a Marisa que no quitaba ojo de encima a Mónica. Parecía entretenerse con la sesión fotográfica y cuando finalizamos se puso a hablar con la modelo, a la que estuvo preguntando acerca de su trabajo y su vida.
Luego nos fuimos al cine y mientras hablábamos, me cogió de la mano como si fuera lo más natural del mundo; yo sonreí mientras la miraba, ella también comenzó a enseñar sus pequeños dientes y sin mirarme a los ojos, por vergüenza, bajó sus ojos en dirección al suelo.
Continuará...
Cuando quieras empezamos, le dije con un tono delicado(creo que por la congoja que llevaba en el cuerpo)al tiempo que le miraba de arriba a bajo sin comprender qué hacía yo allí...
Ella sonreía porque sabía que yo estaba nervioso y poco acostumbrado a este tipo de trabajos, no obstante, intenté guardar la compostura y estar a la altura de la situación. Ella, de espaldas a mí, con la piernas semiflexionadas y la cabeza hacia la izquierda, esperaba a que yo disparara la foto.
Entonces sonó el teléfono, era Marisa. Lo cogí rápidamente y con voz nerviosa contesté:
- ¿Si?
- Hola Sergio, he pensado que... podíamos ir al cine si quieres o a dar una vuelta... o a donde quieras.
- Bueno, yo es que ahora estoy haciendo un trabajillo y no sé cuándo voy a terminar.
- No importa, si quieres yo voy a donde estés.
- No bueno, si el caso es que...
- De verdad que no me importa.
- Ya bueno, pero ... es que no sé cuándo...
- Mira, dime dónde estás y yo cuando terminé de hacer unas compras voy para allá.
- Mmmm... Bien. ¿Conoces la calle Corredera Baja de San Pablo?
- Sí.
- Pues en el portal 22, 2º B.
- Ok, pues allí estaré dentro de una hora u hora y media.
Y colgó así, sin más. Yo con la modelo en pelotas y con Marisa pensando en venir dentro de nada. ¿Pero dónde me he metido?.
Seguí con el trabajo. Mónica, la modelo, era un encanto de chica, le encantaba Joaquin Sabina como a mí y adoraba el cine y leer... ¡Basta ya Sergio!, ¿Ya empezamos como siempre?, mira que te tengo dicho que no te conviene este camino...
Y a la hora y media en punto llaman al timbre. Era Marisa, puntual como siempre. Sube y comienza a hablarme de manera frenética, como cuando está muy contenta, al tiempo que entra al salón y ve a Mónica desnuda, bueno, con una sábana, y se queda quieta en medio.
¿Y esto qué es? Me pregunta en voz baja. Y yo, en voz igual de baja le digo... el trabajo.
La llevo fuera de la habitación para explicárselo y me dice:
- Hombre, me lo podías haber dicho y venía en otro momento.
- Si intenté explicártelo pero...
- Pero ¿qué?
- Pero que intenté hacerlo y me estuviste contando lo que ibas a hacer y no pude, porque te venías para acá ...Pero no te importará ¿no?.
- No, no claro, si yo entiendo lo de tu trabajo... pero... ¿no te sientes incómodo?
- No ¿por qué?
- Pues nada... que ella es muy guapa y claro...así sin ropa, quizás tu..
- Pero ¿qué pasa?, ¿estás celosa?...
- ¿Celosa yo?. Que va, si yo no soy para nada celosa, de verdad, si a mi me da igual lo que hagas.
- Bueno, pues entonces no pasa nada ¿no?. Y... ¿no te importa que acabe con esto?, no me cuesta nada y nos vamos.
- Eh, vale, sin problemas, yo espero sentada y miro, que parece interesante.
- Ok.
La sesión acabó en una hora y media. Yo miraba a la modelo y de vez en cuando miraba a Marisa que no quitaba ojo de encima a Mónica. Parecía entretenerse con la sesión fotográfica y cuando finalizamos se puso a hablar con la modelo, a la que estuvo preguntando acerca de su trabajo y su vida.
Luego nos fuimos al cine y mientras hablábamos, me cogió de la mano como si fuera lo más natural del mundo; yo sonreí mientras la miraba, ella también comenzó a enseñar sus pequeños dientes y sin mirarme a los ojos, por vergüenza, bajó sus ojos en dirección al suelo.
Continuará...
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