miércoles, mayo 05, 2004

6ª Parte

Me froté los ojos una, dos, tres veces... y seguía ahí. Delante de aquella pareja acaramelada y sin comprender nada; Ana tenía una cara de descomposición que apenas dejaba que la reconociera y yo como de costumbre... no sabía qué hacer, si largarme o quedarme quieto.
Decidí quedarme, no porque me apeteciera, sino porque mis piernas no reaccionaban, es más, me temblaban como locas y ya no sabía si era una ilusión o realmente era una reacción física.
No entendía nada. La miraba, le miraba a él, ellos me miraban y yo sin reaccionar. Entonces Ana, como siempre, comenzó a tomar las riendas de la conversación:

- Hola...(dijo con voz apagada, que apenas pude percibir) ¿Qué tal todo?
- Bien
- Y... ¿Qué haces aquí?
- Pues lo mismo que tú.. bueno no... yo no me estoy enrrollando con nadie y menos con un cachas... pero salvando las diferencias, creo que lo mismo, divertirme.
- Sergio... no te lo tomes así. Tu me dejaste, te largaste sin decir nada y yo... me quedé muy mal. No recibí ninguna noticia de tu parte y como comprenderás no iba a esatar esperando a que volvieras.
- NO, eso ya lo veo, de todas formas no me sienta mal, solo me sorprende. No se... no te pega ese tío, claro que tampoco yo te pegaba y..
-¿Qué coño dices? ¿Por qué no me pega ese tío? ¿Acaso lo conoces de algo?
- No, no ... que yo no quería ofenderte, yo solo te daba mi opinión...
- Pero es que yo no te la he pedido. La necesité cuando te marchaste, no ahora.
- Ya se que no lo hice bien, pero estaba asustado y lo único que se me ocurrió fue huir, como tantas otras veces, ya me conoces...
- Si, te conozco demasiado y si nos disculpas ahora ya nos íbamos.
- Claro, claro, bueno... pues ya nos veremos...
- Si, ya nos veremos.

Y ahí se quedó todo, la tensión se palpaba en el ambiente y era muy incómodo estar mirándola a la cara y no saber qué hacer cuando antes averiguaba qué pensaba en cada momento, sólo con mirala a los ojos. Ahora era todo diferente, ya no me atrevía a mirar en su interior, me daba miedo y ella lo sabía.
Quería haberla abrazado, decirle que me arrepentía de haberla dejado dormida y sin nadie a su lado para que al despertar la besara y rozara sus pies, pero ya no había vuelta atrás, ya no había solución. Todo había terminado.

Los amigos de Dani me sacaron del trance en el que estaba sumido y nos fuimos al último bar de aquella noche. Un lugar tranquilo, con poca gente donde podíamos hablar sin dificultades. Pude contarle a mi amigo la historia, deshagoarme sin pudor a que él me juzgara, porque sabía que lo hacía desde el corazón y eso hizo que me sintiera apoyado y arropado, algo que hacía mucho tiempo que había olvidado.

Cuando llegué a casa estaba mi amigo con su novia y me sentí un poco incómodo, extraño y después de hablar sobre el finde que habían pasado juntos, que duró poco más de un cuarto de hora, me metí en la cama, donde los sueños dulces de estos últimos días... se vistieron de pesadilla.

No había averiguado hasta esa noche que volvía a echarla de menos, que me faltaba su humor irónico, su ruido cuando se revolvía entre las sábanas, su olor a mandarina y su lengua nerviosa en mi boca. Se me había olvidado y no quería volver a recordarlo porque suponía mirar hacia atrás y me costaba hacerlo, me costaba pisar sobre lo andado, recorrer lo recorrido... me daba miedo. No debía tenerlo, ni arrepentirme de mi elección, pero justo en ese momento me sentía más cruel y despiadado que nunca, culpable por las decisiones que había tomado casi sin meditar... sólo acompañado del impulso de un corazón en duda.

Continuará...
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias