12ª Parte
Fuimos al piso de Dani, que ahora también era mi piso y allí en mi cuarto, yo delante de ellá y con sus brazos por mi cintura, comenzó a susurrarme cosas al oído.
Me dí la vuelta y le cogí por la barbilla con la mano derecha, la miré a los labios y la besé; pasé mi lengua por su labio superior y entreabriéndolos acaricié la suya que tímidamente daba vueltas alrededor de la mía.
Posé mis manos en su cintura estrecha y apretándola contra mi cuerpo noté sus brazos alrededor de mi nuca. Le levanté la camiseta de algodón azul oscura y rocé su suave espalda con las palmas de mis manos y no quedó ningún pelo de mi piel sin levantarse.
Comenzó a besarme el cuello con suavidad y yo me estremecía, las piernas empezaban a flaquearme y las manos me temblaban. Ella lo notó y me besó un poco más fuerte y deslizó también sus manos por debajo de mi camisa blanca de lino. Me la quitó y yo se la quité a ella; la miré, estaba tan preciosa que comencé a besarla por todos los lados... por el cuello bajando hasta la tripa, alrededor de su ombligo, por las curvas de su cintura... le quité el sujetador y acaricié sus pechos y ella se estremecía y yo comencé a quitarle el cinturón y a bajarle los pantalones.
La tumbé en la cama y seguimos besándonos, me quité los pantalones y noté como ella se ruborizaba.
Le pregunté si estaba bien, me dijo que sí y volvió a besarme. Se puso encima mía y me quitó el calzoncillo, ella se quitó la braga y quedó tumbada a mi lado, en la parte izquierda. Me puse de canto y le roce la mejilla, le besé en el párpado y luego en la nariz, finalmente en la boca ...
Hicimos el amor de manera tan dulce que cuando la miraba mientras dormía todavía me sentía dentro de ella. No podía dejar de rozar mi brazo con el suyo y necesitaba notar el calor que desprendía, oler el aroma que emergía de su cuello aún empapado de sudor...
Cuando por la mañana abrió los ojos lentamente y me encontró observándola, sonrió tímidamente. Me dio un beso en los labios tan fugaz como el de la tarde pasada y se arrebujó entre las sábanas. Yo le acaricié todo el cuerpo de nuevo, no podía creer que la tuviera a mi lado y tampoco era consciente de lo que habíamos hecho... Joder, la novia de mi mejor amigo y yo aquí acostándome con ella y lo peor de todo, enamorado.
¡Pero qué cojones he hecho!, no podía pensar en eso ahora, no me sentía con fuerzas y cuando Marisa comenzó a besarme en el cuello otra vez... volví a olvidar mi nombre de nuevo.
Continuará...
Fuimos al piso de Dani, que ahora también era mi piso y allí en mi cuarto, yo delante de ellá y con sus brazos por mi cintura, comenzó a susurrarme cosas al oído.
Me dí la vuelta y le cogí por la barbilla con la mano derecha, la miré a los labios y la besé; pasé mi lengua por su labio superior y entreabriéndolos acaricié la suya que tímidamente daba vueltas alrededor de la mía.
Posé mis manos en su cintura estrecha y apretándola contra mi cuerpo noté sus brazos alrededor de mi nuca. Le levanté la camiseta de algodón azul oscura y rocé su suave espalda con las palmas de mis manos y no quedó ningún pelo de mi piel sin levantarse.
Comenzó a besarme el cuello con suavidad y yo me estremecía, las piernas empezaban a flaquearme y las manos me temblaban. Ella lo notó y me besó un poco más fuerte y deslizó también sus manos por debajo de mi camisa blanca de lino. Me la quitó y yo se la quité a ella; la miré, estaba tan preciosa que comencé a besarla por todos los lados... por el cuello bajando hasta la tripa, alrededor de su ombligo, por las curvas de su cintura... le quité el sujetador y acaricié sus pechos y ella se estremecía y yo comencé a quitarle el cinturón y a bajarle los pantalones.
La tumbé en la cama y seguimos besándonos, me quité los pantalones y noté como ella se ruborizaba.
Le pregunté si estaba bien, me dijo que sí y volvió a besarme. Se puso encima mía y me quitó el calzoncillo, ella se quitó la braga y quedó tumbada a mi lado, en la parte izquierda. Me puse de canto y le roce la mejilla, le besé en el párpado y luego en la nariz, finalmente en la boca ...
Hicimos el amor de manera tan dulce que cuando la miraba mientras dormía todavía me sentía dentro de ella. No podía dejar de rozar mi brazo con el suyo y necesitaba notar el calor que desprendía, oler el aroma que emergía de su cuello aún empapado de sudor...
Cuando por la mañana abrió los ojos lentamente y me encontró observándola, sonrió tímidamente. Me dio un beso en los labios tan fugaz como el de la tarde pasada y se arrebujó entre las sábanas. Yo le acaricié todo el cuerpo de nuevo, no podía creer que la tuviera a mi lado y tampoco era consciente de lo que habíamos hecho... Joder, la novia de mi mejor amigo y yo aquí acostándome con ella y lo peor de todo, enamorado.
¡Pero qué cojones he hecho!, no podía pensar en eso ahora, no me sentía con fuerzas y cuando Marisa comenzó a besarme en el cuello otra vez... volví a olvidar mi nombre de nuevo.
Continuará...
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