lunes, octubre 11, 2004

Me dijo que el ser humano se componía de alma y cuerpo y que al comienzo el alma debía enseñar al cuerpo a saber quién era y cuál era su papel en la Tierra.
Luego me dijo que al principio todos éramos inocentes y que el mal emergía de manera inconsciente, como si el cuerpo, cansado de hacer caso al alma, comenzara a ir por libre.
Más tarde me comentó que no nos podíamos llevar nada de lo que aquí teníamos, que todo aquello que habíamos realizado con nuestras manos se quedaba en las de otros, conocidos y desconocidos.
Y siguió divagando acerca de nuestro papel en el mundo y de que el futuro ya estaba escrito y que el presente realmente solo era trayecto fraccionado en el que todo lo que lo componía eran pasado y futuro mezclados.
Yo, mientras esto pasaba, miraba al techo, descifrando o por lo menos intentándolo, toda aquella información que se deslizaba por su lengua hasta posarse en el aire, porque realmente no sabía cómo canalizarla, ni qué hacer con ella.
No me creía nada de lo que me decía, únicamente asentía y es que, por mucho empeño que pongan, lo mío nunca fueron las cosas abstractas y sobrenaturales.

Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias