Me he enredado entre los hilos de una marioneta con un vestido de ratita presumida. Tenía unos grandes topos blancos sobre un fondo rojo chillón y un lazo negro alrededor de su cintura que sujetaba un esqueleto de alegría, acompañado de un perfume de flores envolviendo su fina piel.
Me he zafado de aquella tela de araña que me ataba los pies con las manos y que me convertía en la protagonista de algún pequeño teatro ambulante, donde los niños gritan quiénes son los malos para castigarlos.
Pero he notado que, mientras me señalaban aquellos pequeños dedos traviesos e inocentes (o no tanto), acusándome de violar el sentido de una responsabilidad irresponsable, alguien me ha tirado del pantalón dejando mi cuerpo boca abajo y atándome al techo de aquel pequeño escenario de pintura corroida.
Toda la sangre se me ha bajado a la cabeza y mientras veía a aquella niña de cabellos negros, con su lacito en la cintura, sonriéndome con picardía mientras se tapaba la boca con la mano para no enseñar su dientes, he comprendido todo aquel montaje de sueños. Así que le he dicho:
- Princesa, solo soy una triste marioneta, pero si te hago un truco de magia y te enamoro ¿serás capaz de convencer a esos niños para que me descuelguen y no quedarme amarrado a estos hilos eternamente?
Te juro que dejaremos de ser dominados por estas manos que aparecen y nos cogen y nos hacen sonreír cuando no queremos y aplaudir sin ser conscientes de que tenemos que hacerlo. Te prometo que nos escaparemos por las noches como si fuésemos bandidos sin caballo, pero el aliento de nuestra ilusión no llevará tan rápido a la felicidad, que nos convertiremos en las sombras de un puñado de sueños infinitos.
Me he zafado de aquella tela de araña que me ataba los pies con las manos y que me convertía en la protagonista de algún pequeño teatro ambulante, donde los niños gritan quiénes son los malos para castigarlos.
Pero he notado que, mientras me señalaban aquellos pequeños dedos traviesos e inocentes (o no tanto), acusándome de violar el sentido de una responsabilidad irresponsable, alguien me ha tirado del pantalón dejando mi cuerpo boca abajo y atándome al techo de aquel pequeño escenario de pintura corroida.
Toda la sangre se me ha bajado a la cabeza y mientras veía a aquella niña de cabellos negros, con su lacito en la cintura, sonriéndome con picardía mientras se tapaba la boca con la mano para no enseñar su dientes, he comprendido todo aquel montaje de sueños. Así que le he dicho:
- Princesa, solo soy una triste marioneta, pero si te hago un truco de magia y te enamoro ¿serás capaz de convencer a esos niños para que me descuelguen y no quedarme amarrado a estos hilos eternamente?
Te juro que dejaremos de ser dominados por estas manos que aparecen y nos cogen y nos hacen sonreír cuando no queremos y aplaudir sin ser conscientes de que tenemos que hacerlo. Te prometo que nos escaparemos por las noches como si fuésemos bandidos sin caballo, pero el aliento de nuestra ilusión no llevará tan rápido a la felicidad, que nos convertiremos en las sombras de un puñado de sueños infinitos.
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