domingo, mayo 08, 2005

El ascensor de mi comunidad vive en el cielo. Se cansó de que los inquilinos le llamasen de uno y otro piso y de bajar y subir sin ton ni son y de aguantar el humo y las pintadas con las llaves de casa y los retoques en el espejo y las escenas casi pornográficas.
Así que hoy le he intentado, a gritos desde el primero, convencer para que descendiense de las nubes, pero nada. Él, que se cree muy importante y necesario, ha decidido hacer huelga, que ya se alarga de manera infinita y ponerse tapones en los oídos para no escuchar los gritos indigandos de aquellos a los que los huesos les arañan a cada paso.
Quizás si le diese algo a cambio, cambiase su decisión, pero lo veo negro, muy negro. No obstante, me he dado cuenta de que si no baja igual es porque ha encontrado su sitio, y como yo soy muy tolerante con los sitios de los demás porque creo que son la única vía para realizarse como persona o como ascensor, he decidido darle una tregua.
Pero espero que sepa que le necesito, que las maletas de viaje pesan mucho y que prometo no ser tan coqueta. Lo juro.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias