domingo, abril 17, 2005



Mientras persigo las gotas de sudor que rodean tus pezones y te vuelco la cabeza hacia el infinito de una oscuridad que penetra en tus sienes, gimes como una flor, como una pequeña lágrima al filo de un desbordante acantilado, consciente de un final terriblemente placentero.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias