martes, abril 26, 2005

Hoy te había aparecido la primera arruga. Estaba escondida bajo la comisura derecha de tu labio.
Estabas alarmada, enfurecida y gimoteabas mientras con el dedo índice no parabas de tocarla y retocarla.
Le pusiste maquillaje, cremas, mucho entusiasmo en que su rastro desapareciera por completo. Fue inútil. Ella era rebelde, más que tú y sabrías que te vencería tarde o temprano.
Yo te contemplaba desde el quicio de la puerta. Con una pequeña sonrisa recorrí cada gesto frenético de tus manos.
Me acerqué por la espalda para que posaras tu columna en mi tripa, como siempre te ha gustado hacer. Mi cabeza sobresalía por encima de la tuya. Los dos nos miramos en aquel enorme espejo del baño.
Acaricié tu arruga. Luego tu pecho. Y tu sexo. Y tu entrepierna, mientras con la boca recorría tu espalda.
Comenzaste a reír y te dije:

- Cuidado, porque como rías demasiado, te van a salir más arrugas.
- Sin son por sentir tanto placer, no me importa.

Y seguiste riendo.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias