Ahora soy yo la que me tengo que amoldar al tiempo. A este tiempo espeso, que arrastra sus nalgas por una acera repleta de tiempos que se balancean suavemente.
Y no me conformo y grito y me desespero porque quiero ser la que lo moldee, la que lo mime y acurruque y enseñe que cada momento tiene su hora exacta, aunque no lo hayamos premeditado con aterioridad.
Sé que será complicado, pero también estoy segura de que se acabará por acostumbrar a mis manías.
Y no me conformo y grito y me desespero porque quiero ser la que lo moldee, la que lo mime y acurruque y enseñe que cada momento tiene su hora exacta, aunque no lo hayamos premeditado con aterioridad.
Sé que será complicado, pero también estoy segura de que se acabará por acostumbrar a mis manías.
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