Pensamientos fugaces, dijo. Pensamientos que desbordan la altanería de aquellos que esperan en las esquinas en sombras. Fugaces como tus roces, que espero impaciente y no llegan, mientras desgarro mis odios contra todos los cuerpos que se parecen al tuyo, pero solo están disfrazados. Tu ríes a carcajadas, al ver cómo cada noche entre las sábanas abuso de deseos incontrolados, de sueños que se desvelan al tiempo que me rozas por las mañanas, pero no eres quien deseo, sino otro.
Tu solo miras con ternura, el otro cuerpo, con pasión. Con esa pasión que te desviste cuando más arropadada vas en invierno. Cuando estás esperando el metro, al autobús, incauta y sin haber avisado primero.
Ese es el verdadero deseo. Pero tu todavía no lo has encontrado, cuando lo hayas hecho y hayas podido con él conquistar a otras, avísame. Estaré esperando.
Tu solo miras con ternura, el otro cuerpo, con pasión. Con esa pasión que te desviste cuando más arropadada vas en invierno. Cuando estás esperando el metro, al autobús, incauta y sin haber avisado primero.
Ese es el verdadero deseo. Pero tu todavía no lo has encontrado, cuando lo hayas hecho y hayas podido con él conquistar a otras, avísame. Estaré esperando.
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