martes, agosto 31, 2004

Mañana hago mi primer informativo de radio sola. Hoy me han cogido medio despistada, terminando una noticia sobre las fiestas de un pueblo, mientras me peleaba con la grabadora para coger un corte y me lo han soltado sin más.
He levantado lentamente la cabeza y me he encontrado a mi jefe mirándome como sin con sus ojos pudiera escrutar cada uno de mis pensamientos; yo le he aguantado la mirada, como signo de asentimiento y cuando iba abrir la boca para explicarle que quizás era pronto, que igual no estaba preparada, ha dicho:
- Muy bien, ¡adjudicado!

Así que mañana allí estaré, con los cascos puestos, los papeles encima de la mesa, la boca a un palmo del micrófono y mirando a Marcial, el técnico, que me dará la señal de comienzo.

QUE DIOS NOS PILLE CONFESADOS....

lunes, agosto 30, 2004

Hoy a María le temblaban las rodillas, cuando por la mañana, sentada en la terraza, podía notar el frío helador que dejaba su cara paralizada.
Se levantó lentamente, se subió a la repisa y con las piernas estiradas, los brazos extendidos en horizontal, los ojos cerrados con las pestañas enmarañadas y los pies descalzos, sintiendo como el mármol podía respirar bajo sus plantas, se lanzó al vacío.

sábado, agosto 28, 2004

¿Por qué mi cabeza no para de dar vueltas si tengo los pies puestos en tierra firme?

martes, agosto 24, 2004

Son las diez de la mañana y la consulta está abarrotada de pacientes con ideas descerebradas y por qué no, también descabelladas.
Manuel ya tiene puesta la bata blanca y está sentado en la silla de cuero acolchado con el espediente médico de David encima de la mesa.
- ¡Asesino!, ¡Eres un asesino!- entra a voz en grito y haciendo que la puerta choque contra la pared sin cuidado- ¿Me puedes explicar por qué cojones me has matado?
- Si estás muerto ¿qué haces aquí?
- Quería verte la cara por última vez, antes de dejar que me dispararas, aún no has tenido el valor de hacerlo pero sé que dentro de unos segundos vas a sacar de ahí debajo una pistola.
- Yo no voy a dispararte, puedes hacerlo tú mismo, ahí la tienes.
- ¿Dónde?
- Ahí encima, al lado de esos papeles ¿la ves?
- Ah, si, ahora la veo.
- Bien, pues cógela, es toda tuya.
- Si...Ahora la cojo.
- Pero si te disparas hoy, recuerda que mañana estarás muerto y no podrás aparecer por aquí.
- Ah...¿no?
- No.
- Bueno, en ese caso, quizás lo dejamos mejor para mañana ¿no?
- Si, será mejor.
- Pues entonces me voy, mañana te veo.
- Eso espero y ... cuídate, no sea que te vayas a morir antes de tiempo.
- Descuida, que he descargado el revolver que tengo de bajo de la almohada.

El becario estaba mirando a Manuel con los ojos fuera de las órbitas. En la mesa no había ninguna pistola. El médico seguía escribiendo en una hoja en blanco sin que la tinta del boli dejara dibujada ninguna letra. David miraba a los pájaros. Fue entonces cuando el becario se preguntó ¿Hay que estar loco para entender a los locos?

lunes, agosto 23, 2004

Hoy he soñado que besaba a otro, a un desconocido que tenía al lado, justamente a mi derecha y con el que estaba hablando de temas que ya no recuerdo...(los sueños hacen que a la mañana siguiente sólo pasen por tu cabeza aquellos pensamientos que únicamente quieres que aparezcan).
Esta tarde cuando has aparecido por la puerta y me has besado me he acordado de él de nuevo y mientras me contabas todo los abatares que te habían acontecido a lo largo del día, ya no era tu cara la que me miraba, sino la del desconocido, que quería que le volviera a besar.

domingo, agosto 22, 2004

¿Por qué cuando no tenemos más ganas de comer y queda pan en la mesa tenemos la irresisitible tentación de terminarlo?

miércoles, agosto 18, 2004

Hoy he soñado, mientras tumbada en la cama miraba al techo, que mis pies bajo la sábana estaban enterrados en el mar.
Notaba como el frío líquido subía por mis piernas y los pequeños peces mordisqueaban mis dedos.
Mi pijama empapado llegaba hasta la cintura y poco a poco iba temiendo hundirme, aún no sé nadar.
Tu no estabas tumbado a mi lado para agarrarme del meñique y salvarme de las olas que llegaban a mi pecho y empezaban a inundar mis oídos.
Hoy llegabas tarde, como siempre, con tu barca y tus remos azules, pero tan despacio, que no me iba a dar tiempo a despedirme.
Te había dejado un mensaje escrito en la arena, que era la alfombra verde que tengo en mi cuarto, esa que pincha cuando te tumbas boca abajo.
Sabía que no lo leerías, seguro que lo ibas a pisar sin darte cuenta con el pie y entonces, como yo, comenzarías a undirte sin remedio.
Yo ya me he hecho parte del mar, si quieres encontrarme tienes que cantar esa canción que tu y yo sabemos; la tienes que tararear por lo bajo, mientras las olas rompen en las rocas y las sirenas atrapan la melodía de tu boca.
Entonces saldré para despedirme, para que mi cuerpo, convertido en agua, forme parte de tu materia, para que mis lágrimas ahora saladas, dejen un rastro en tu brazo y así me recuerdes, como a una sirena más, en esta inmesidad de océano.

martes, agosto 17, 2004

Mira que hace tiempo que quería escribir sobre ello y no sabía cómo empezar ni por dónde, si por la esquina superior izquierda, si por la derecha o simplemente por el centro. Pero hoy me ha dado igual, me he dicho - tienes que escribirlo y punto, que si no, nadie se va a enterar de la indignación que llevas en el cuerpo-.
Lo que quiero contarle a todo el mundo es algo un tanto chistoso y que más de alguno habréis percibido. El otro día me encontraba yo trabajando en el bar, toda agobiada, con vasos para aquí, para allá y entra uno y me pide un bocadillo. Yo hasta ahora no le había mirado, porque con todo lo que tenía que hacer me parecía que alguna de mis compañeras le iba a servir, PERO NO.
En eso que levanto la vista y me encuentro con un tipo, moreno de playa o rayos uva, que poco le faltaba para ser cubano, con una camiseta blanca para que aún resaltara más y con una gafas de sol (a las cuales podríamos denominar pastilleras) puestas. Me molesta que la gente se las ponga en la cabeza, pero más me molesta que no se las quiten cuando entran a un establecimiento donde habiendo luz de sobra parece que los rayos de la bombilla queman sus retinas.
Le sirvo el bocadillo con una carcajada interna, no era para menos pero tampoco para más, no me podía reír en su cara y coje y se sienta en una mesa; entonces yo pienso... ahora este va y se las quita, más que nada para ver lo que está comiedo. PERO NO.
Empieza a cortar el sandwich con las gafas puestas sin inmutarse, hasta que mi jefa me pregunta, pero éste quién es ¿uno de la O.N.C.E? Y claro yo, en ese momento, me comienzo a descojonar porque la risa ya no aguantaba más tiempo dentro de mi cuerpo.
La verdad que no tiene ningún sentido, lo de las gafas de sol dentro de un establecimiento, digo, pero debe ser algo que está de moda, como el ponérselas de diadema en la cabeza o como otro par de ojos en la frente, pero que se le va a hacer, espero que como tantas otras...termine pasando.
Yo seguiré protestando porque es algo absurdo completamente, como aquellas personas que leen a dos milímetros del papel porque las llevan puestas... PERO POR EL AMOR DE DIOS QUÍTATELAS!!! no hay manera, no hay manera.
En fin, tengo ganas de que llegue el invierno y el sol recoja sus brazos para no tener que cabrearme cada de vez que salgo a la calle y me topo con gente como ésta, que la vena del cuello me pide un respiro y no se quiere poner roja cada dos por tres.


lunes, agosto 16, 2004

He dejado a mi sueño acurrucado entre las sábanas. No me ha hecho mucha gracia, pero me ha pedido tan insistentemente quedarse cinco minutos más, que no me he podido resistir. No obstante, ya le he dicho, ¡cómo no vengas a las doce de la noche, vendrá el insomnio y te quitará el sitio!.

Ya estoy de vuelta... para tejer vuestros sueños con palabras.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias