Mira que hace tiempo que quería escribir sobre ello y no sabía cómo empezar ni por dónde, si por la esquina superior izquierda, si por la derecha o simplemente por el centro. Pero hoy me ha dado igual, me he dicho - tienes que escribirlo y punto, que si no, nadie se va a enterar de la indignación que llevas en el cuerpo-.
Lo que quiero contarle a todo el mundo es algo un tanto chistoso y que más de alguno habréis percibido. El otro día me encontraba yo trabajando en el bar, toda agobiada, con vasos para aquí, para allá y entra uno y me pide un bocadillo. Yo hasta ahora no le había mirado, porque con todo lo que tenía que hacer me parecía que alguna de mis compañeras le iba a servir, PERO NO.
En eso que levanto la vista y me encuentro con un tipo, moreno de playa o rayos uva, que poco le faltaba para ser cubano, con una camiseta blanca para que aún resaltara más y con una gafas de sol (a las cuales podríamos denominar pastilleras) puestas. Me molesta que la gente se las ponga en la cabeza, pero más me molesta que no se las quiten cuando entran a un establecimiento donde habiendo luz de sobra parece que los rayos de la bombilla queman sus retinas.
Le sirvo el bocadillo con una carcajada interna, no era para menos pero tampoco para más, no me podía reír en su cara y coje y se sienta en una mesa; entonces yo pienso... ahora este va y se las quita, más que nada para ver lo que está comiedo. PERO NO.
Empieza a cortar el sandwich con las gafas puestas sin inmutarse, hasta que mi jefa me pregunta, pero éste quién es ¿uno de la O.N.C.E? Y claro yo, en ese momento, me comienzo a descojonar porque la risa ya no aguantaba más tiempo dentro de mi cuerpo.
La verdad que no tiene ningún sentido, lo de las gafas de sol dentro de un establecimiento, digo, pero debe ser algo que está de moda, como el ponérselas de diadema en la cabeza o como otro par de ojos en la frente, pero que se le va a hacer, espero que como tantas otras...termine pasando.
Yo seguiré protestando porque es algo absurdo completamente, como aquellas personas que leen a dos milímetros del papel porque las llevan puestas... PERO POR EL AMOR DE DIOS QUÍTATELAS!!! no hay manera, no hay manera.
En fin, tengo ganas de que llegue el invierno y el sol recoja sus brazos para no tener que cabrearme cada de vez que salgo a la calle y me topo con gente como ésta, que la vena del cuello me pide un respiro y no se quiere poner roja cada dos por tres.