miércoles, agosto 18, 2004

Hoy he soñado, mientras tumbada en la cama miraba al techo, que mis pies bajo la sábana estaban enterrados en el mar.
Notaba como el frío líquido subía por mis piernas y los pequeños peces mordisqueaban mis dedos.
Mi pijama empapado llegaba hasta la cintura y poco a poco iba temiendo hundirme, aún no sé nadar.
Tu no estabas tumbado a mi lado para agarrarme del meñique y salvarme de las olas que llegaban a mi pecho y empezaban a inundar mis oídos.
Hoy llegabas tarde, como siempre, con tu barca y tus remos azules, pero tan despacio, que no me iba a dar tiempo a despedirme.
Te había dejado un mensaje escrito en la arena, que era la alfombra verde que tengo en mi cuarto, esa que pincha cuando te tumbas boca abajo.
Sabía que no lo leerías, seguro que lo ibas a pisar sin darte cuenta con el pie y entonces, como yo, comenzarías a undirte sin remedio.
Yo ya me he hecho parte del mar, si quieres encontrarme tienes que cantar esa canción que tu y yo sabemos; la tienes que tararear por lo bajo, mientras las olas rompen en las rocas y las sirenas atrapan la melodía de tu boca.
Entonces saldré para despedirme, para que mi cuerpo, convertido en agua, forme parte de tu materia, para que mis lágrimas ahora saladas, dejen un rastro en tu brazo y así me recuerdes, como a una sirena más, en esta inmesidad de océano.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias