Hoy a María le temblaban las rodillas, cuando por la mañana, sentada en la terraza, podía notar el frío helador que dejaba su cara paralizada.
Se levantó lentamente, se subió a la repisa y con las piernas estiradas, los brazos extendidos en horizontal, los ojos cerrados con las pestañas enmarañadas y los pies descalzos, sintiendo como el mármol podía respirar bajo sus plantas, se lanzó al vacío.
Se levantó lentamente, se subió a la repisa y con las piernas estiradas, los brazos extendidos en horizontal, los ojos cerrados con las pestañas enmarañadas y los pies descalzos, sintiendo como el mármol podía respirar bajo sus plantas, se lanzó al vacío.
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