Qué te cuento, qué te cuento...
Fíjate- le dijo mientras se ponía unas bragas limpias- siempre pensé que el mundo era para malabaristas. Luego, cambié de idea y me di cuenta de que todos, en algún momento, nos convertimos en malabaristas y estamos paseándonos por la cuerda floja.
- Sí.
- Y en el momento en el que tenemos que caernos, ya sabes que siempre llega ese momento, decidimos aguantar por si por arte de magia, alguien nos revela cuál es el secreto de la vida.
- Ya.
- Pero la vida no tiene secretos, más allá, claro está, de los que nosotros queremos que tenga. Y lo más lógico entonces, después de saber que el mundo se repite constantemente y que vivimos lo mismo pero disfrazados de ilusión, es desvestirse. Quedarse en pelotas frente a todo y darnos cuenta de que en al final, la risa es el mejor remedio para caer sin romperse.
- Sí.
- Y en el momento en el que tenemos que caernos, ya sabes que siempre llega ese momento, decidimos aguantar por si por arte de magia, alguien nos revela cuál es el secreto de la vida.
- Ya.
- Pero la vida no tiene secretos, más allá, claro está, de los que nosotros queremos que tenga. Y lo más lógico entonces, después de saber que el mundo se repite constantemente y que vivimos lo mismo pero disfrazados de ilusión, es desvestirse. Quedarse en pelotas frente a todo y darnos cuenta de que en al final, la risa es el mejor remedio para caer sin romperse.
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