martes, septiembre 27, 2005

Princesa

Esperaba sentada en la parada del autobús todas las noches a las diez menos cinco. Antes de tomar asiento sacaba un pequeño tarro de colonia. Se ponía unas gotas en las muñecas y se las olía. Llevaba un pañuelo blanco rodeando su fino cuello y sostenía los dedos de las manos entrelazados, en posición de reposo, encima de sus piernas.
Con la mano izquierda daba vueltas a la alianza de oro que tenía en el dedo corazón de la mano derecha. Miraba las arrugas que teñian sus huesos y se acordaba del tiempo.
Esperaba durante treinta minutos todas las noches desde hacía tres años, creyendo que él bajaraía por las pequeñas escaleras del autobús. Todos sabemos que nadie aparecería porque eso solo pasa en las películas americanas. Nadie le dijo nada. Ella sonreía, se acordaba de sus ojos.
Dieron las diez y veinticinco de la noche. Se levantó y se fue.
Al dia siguiente cuando llegó, alguien le había dejado un pequeño sobre.
Lo abrió con mimo.

Ponía lo siguiente:
- Princesa, ya he llegado.

Sonrió. Se levantó. Nadie le dijo que, seguramente, era una carta inventada. Aunque quizás, eso no solo pasa en las películas americanas.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias