lunes, julio 31, 2006

Mi abuelo

Se me antoja tener un abuelo con tatuajes. Un abuelo que tenga heridas de guerra que te cuenta historias que se acaba de inventar, mientras toma pequeños sorbos de café. Quiero un abuelo que llore a escondidas y que bese a su mujer, también a escondidas, mientras le dice lo guapa que está cuando se levanta de la cama.
Quiero un abuelo superman. Un abuelo que cambie el mundo en el que vivo. O parte de él.
Que me diga que todo pasa. Que lo sabe por experiencia y que con lo lista que soy voy a llegar muy lejos.

miércoles, julio 19, 2006

¿Así es la vida?


El mundo se derrumba y nosotros lo intentamos sostener con palabras...

viernes, julio 14, 2006

El maniquí


Esa es la dirección. La puta se rascó la axila izquierda mientras con la punta del zapato señalaba el callejón.
- ¿Seguro que es por ahí?
- ¿Acaso lo dudas?
- Eh...No. Creo que no.
- Bien.

El hombre del bombín anduvo hasta el lugar indicado. Llamó a la puerta y una mujer con un antifaz le abrió lentamente.

- ¿Eres el hombre del bombín? Le preguntó.
- Sí.
- Bien, adelante.

No había luz suficiente para observar qué elementos componían la pequeña sala. Tan solo una lámpara de mesa que, tenuemente, dibujaba la silueta de una mujer tirada en un sofá.

- ¿Es ella?
- Sí. Está muerta.

El hombre se agachó. Entre los dos la cogieron y la arrastraro hasta el coche.

- Es perfecta para mi escaparate. Gracias.

martes, julio 04, 2006

Federico se sentaba en el tercer banco gris de la Plaza de la Niña. Vestía pantalones gris marengo, camisa gris a cuadros negros y zapatos de charol. La Plaza de la niña se llamaba así porque tenía una estatua de acero de una niña que venía del colegio. Federico se sentaba siempre a su lado y las palomas y los niños le confundían con el paisaje. Un día, después de tres años aguantando picotazos, patadas y meadas de los perros, pensó en trasladarse al cuarto banco, lejos de la estatua. Pero la misma mañana en que fue a hacerlo se encontró con que alguien se había llevado a la Niña. Así, después de mirar a un lado y a otro y observar que nadie se fijaba en él, se colocó en la posición en la que estaba la antigua estatua y se colgó un cartel: "Federico Sánchez Sánchez, el hombre gris".
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias