martes, julio 04, 2006

Federico se sentaba en el tercer banco gris de la Plaza de la Niña. Vestía pantalones gris marengo, camisa gris a cuadros negros y zapatos de charol. La Plaza de la niña se llamaba así porque tenía una estatua de acero de una niña que venía del colegio. Federico se sentaba siempre a su lado y las palomas y los niños le confundían con el paisaje. Un día, después de tres años aguantando picotazos, patadas y meadas de los perros, pensó en trasladarse al cuarto banco, lejos de la estatua. Pero la misma mañana en que fue a hacerlo se encontró con que alguien se había llevado a la Niña. Así, después de mirar a un lado y a otro y observar que nadie se fijaba en él, se colocó en la posición en la que estaba la antigua estatua y se colgó un cartel: "Federico Sánchez Sánchez, el hombre gris".
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias