domingo, junio 12, 2005

Madrid despierta a las nueve y media de la mañana los domingos. Hasta entonces, los balcones se acostumbran al silencio y al despertar de algún que otro cigarro. Justo cuando las manillas se colocan en esa posición exacta, todo se desmorona, el equilibrio de la tranquilidad se resquebraja y es el momento en el que aparecen los locos, los perros, los niños, las madres gritando, las barrigas de los padres, las persianas subidas y los alientos más amargos. Hasta entonces, Madrid sólo era sombra.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias