Para el valiente que huye de los monstruos,
los que se esconden entre las líneas
cóncavas y conversas de las Mil y Una Noches.
Que moribundo observa las palabras al vuelo
y las reviste de carnavales en octubre.
Para aquel que, cabreado, se pinta un sombrero de colores
y calcula la distancia entre el infinito y el finito más lejano,
alineando sus deberes como si fuera una fórmula matemática.
Y piensa que el mundo podría reciclarse
pero nunca convertirse en activista de Greenpeace,
ni tampoco quedarse en ese medio que nunca fue medio
sino solo medias tintas....
Para aquel, ahora, remendado como una marioneta de tela,
espera que llegue el momento,
ese momento en el que Serezhade,
le cuente una historia bonita,
antes de irse a dormir.