Básico
Ahora follábamos mirando por la ventana, intentado comprender por qué el lenguaje corporal a veces era tan burdo como la frialdad de los espejos. Y mientras gemías observé que llorabas sin darte cuenta y que el sol se escondía guiñándote un ojo y que el placer se derretía en mis manos aplastadas contra el cristal.
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