Ana llama todas las mañanas a su abuela para recordarle cómo se llama y que es su nieta. Margarita se ríe al otro lado del teléfono, con esa voz cansada de mujer mayor y con la poca vitalidad que todavía le queda.
Ana piensa que si hace eso, día tras día, Margarita no olvidará al instante que alguien la ha llamado.
Pero Margarita no se acuerda de dónde vive, ni quién es la que le habla todas las mañanas. Sólo sabe que le gusta coger el aparato que suena al lado de la cama, aunque tampoco sabe por qué suena y por eso se asusta cada vez que pita.
Ana piensa que si hace eso, día tras día, Margarita no olvidará al instante que alguien la ha llamado.
Pero Margarita no se acuerda de dónde vive, ni quién es la que le habla todas las mañanas. Sólo sabe que le gusta coger el aparato que suena al lado de la cama, aunque tampoco sabe por qué suena y por eso se asusta cada vez que pita.
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