martes, octubre 27, 2009
Mamá hoy reía. Me explicaba que no sabe poner ni las "ñ" ni las comas con la blackberry, así que el SMS que me ha mandado no había quién lo descifrara. Pero reía. Y yo con ella.
No se nos da bien contar chistes, tú nos enseñaste a resumirlos, por eso seguimos inventándonos sobre la marcha las historias que contamos. Somo fabulistas. Inventistas y a veces soñadoras de las que llevan paracaídas para no caer muy duro contra el suelo.
Por eso seguimos de pie. Por eso y porque hace tiempo que nos convertimos en expertas de las páginas salmón y ahora no nos agobiamos cuando tenemos que descifrar cómo van nuestras acciones de Endesa.
Un beso. Buenas noches.
domingo, agosto 09, 2009
Las tetas de la dolores
El sol se las quemó sin piedad, tanto que el mismo tatuaje que se mecía en forma de ancla sobre su pezón izquierdo empezó a desteñirse.
La Dolores, ofuscada por tanto rayo de luz en su cara, ni se enteró que se le empezaba a caer la piel de los pechos pero fascinada porque todos los hombres la observaban con perplejidad siguió hasta que el verano cerró por vacaciones.
domingo, mayo 31, 2009
Realidad
2 críos. Esperando en la cola para entrar en la Alhambra. Temperatura 35 grados.
Él: 16 años, pantalones negros vaqueros, cazadora de aviador pasada de moda, pelo negro rizado y abultado.
Ella: 15 años, camiseta de tirantes y barriga descubierta, pelo castaño y liso. Gafas.
- Venga, Lila, rápido, dime cuál es la mediana de 3-7-8-9-11.
- Siete...
- No, Lila, te lo he dicho mil veces. Venga, la mediana de 3-5-9-10-13. Venga, corre, dímela, venga, se pasa el tiempo tick-tack-tick-tack....
- No sé, pesado, déjame. Además, no paras de cambiar los números.
-Venga, vamos a jugar a un juego ¿Quieres jugar?
-No.
- Sí, venga, ¿Quieres que te quite una vida?
- Déjame en paz.
- ¿Quieres morir?
- (ella se queda en silencio).
- Aunque si metes la mano ahí (señalando a un hueco con piedras), te doy diez masajes.
- No quiero jugar. No te enteras.
- Venga, me invento algo (y empieza a tocarle el pelo para hacerla rabiar), tienes que averiguar qué estoy pensando. ¿Qué pienso ahora?
- (silencio).
- Pero es que ¿no puedes adivinar qué pienso?
- Eres gilipollas.
Él la mira. Luego baja los ojos al suelo. El sol le pega en la nuca. Ella se queda en silencio, mientras piensa cuál es la mediana de 3-7-8-9-11.
Él: 16 años, pantalones negros vaqueros, cazadora de aviador pasada de moda, pelo negro rizado y abultado.
Ella: 15 años, camiseta de tirantes y barriga descubierta, pelo castaño y liso. Gafas.
- Venga, Lila, rápido, dime cuál es la mediana de 3-7-8-9-11.
- Siete...
- No, Lila, te lo he dicho mil veces. Venga, la mediana de 3-5-9-10-13. Venga, corre, dímela, venga, se pasa el tiempo tick-tack-tick-tack....
- No sé, pesado, déjame. Además, no paras de cambiar los números.
-Venga, vamos a jugar a un juego ¿Quieres jugar?
-No.
- Sí, venga, ¿Quieres que te quite una vida?
- Déjame en paz.
- ¿Quieres morir?
- (ella se queda en silencio).
- Aunque si metes la mano ahí (señalando a un hueco con piedras), te doy diez masajes.
- No quiero jugar. No te enteras.
- Venga, me invento algo (y empieza a tocarle el pelo para hacerla rabiar), tienes que averiguar qué estoy pensando. ¿Qué pienso ahora?
- (silencio).
- Pero es que ¿no puedes adivinar qué pienso?
- Eres gilipollas.
Él la mira. Luego baja los ojos al suelo. El sol le pega en la nuca. Ella se queda en silencio, mientras piensa cuál es la mediana de 3-7-8-9-11.
lunes, mayo 11, 2009
martes, abril 14, 2009
Estas... no van al cielo
El niño se hizo una herida en la rodilla izquierda. Sangraba mucho. Las escaleras llegaban a la ventana de Juana, pero se quedó en el primer piso. Estaba ahogado y no paraba de pensar en las punzadas de la rodilla. Maldita sea, se repetía. Escuchaba el piano de Juana tocar esa cansina serenata que su madre le hacía repetir una y otra vez. Miró a lo alto, una gota de sudor le cayó por la parte derecha del cuello. Se convenció de que tenía que llegar hasta la ventana y así lo hizo. No dejó de subir y de intentar alcanzar el cielo y la boca de Juana al mismo tiempo. El cielo y la boca, el cielo y la boca...
Se topó con sus labios después de que ella le abriera milimétricamente la ventana para que no se escapara el frío de la habitación. Él se quedó contento y nervioso y excitado. Quiso quedarse mirando sus ojos horas y horas, pero ella bajó la persiana sin decirle adiós. Él permaneció bajo el sol. El maldito sol con sus inconfundibles rayos. Esperando. Nada pasó. Nada. Solo la tristeza.
martes, marzo 31, 2009
Te lo dije, muchacho, el camino de vuelta es más corto. Pero vos, testarudo como siempre, no hiciste caso. Te empeñaste en recorrer el mundo a ciegas sin saber que al otro lado el mar se acababa. Ahora lloras, lagrimones de elefante, de esos que cuando caen se moja el suelo. Pero tranquilo, escucha esta canción serena. La del viento de oriente. La que sabe a flores.
domingo, marzo 22, 2009
Teatro. Vaya bodrio de obra. The Comunion, se llamaba. Creo que tenemos que emborracharnos. Sí, afirmo. Y hablamos sobre que a bailar se aprende. Aunque pienso que no, pero el insiste. Comemos pipas de calabaza. La gente es complicada, dice. Yo me doy media vuelta. Hoy estás más alta. Que va, son los tacones. Y ahora ¿Qué hacemos?. No sé, podemos volver al teatro. Vale, pero esta vez elijo yo. Fin.