Maldito
Intenté coserme el destino, como si fuera de estas cosas que puedes elegir en la estantería del supermercado. Vas por el pasillo y dices ¡quiero éste, que me gustan sus colores! Luego te das cuenta de que el destino no tiene precio, no se prostituye y más tarde, que no existe. Simplemente son tus propias elecciones las que hacen que estés aquí o allí o vete tu a saber dónde. Y te cabreas, porque si ya estuviera escrito por lo menos podrías burlarlo, como si fuera un "break the rules" de esos que se han puesto ahora tan de moda. Pero nada de eso, tienes que decidir en cada momento y perder muchas cosas...También ganar otras. Por eso he pensado que, como la vida en general es tan angustiosa, quizás el que yo pueda mandar de vez en cuando sobre ella me hace ser poderosa y fuerte y alegrarme cuando lo que quiero se cumple. Como cuando decido que despertarás a mi lado y en ocasiones... lo consigo.
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