miércoles, julio 30, 2008

En Tudela

La Reyes se bebía una botella de vino tinto con La Coque cada día. Decían que habían dejado el alcohol porque les afectaba en su desarrollo vital pero que la copita de vino no se la quitaba nadie de encima.
La Reyes salía con un moro al que le hacía lubina al horno mientras sus hijos intentaban descifrar los gestos del inquilino que lo único que sabía decir era teta, comer, pis, si y no.
Nos encontramos con La Coque y La Reyes que bajaban de los toros y que acudían a una cena de "etarras", como los llamaban ellas, mientras en los puestos de los moros se habían comprado una pulsera con la bandera de España que se habían plantado en la muñeca derecha. Se les olvidó quitársela. Después de diez calimotxos salieron cantando el Aurrera a pleno pulmón, agarrándose a las rastas de los colegas de su nueva cuadrilla y hablando del Atletic como si fueran técnicas deportivas.
La Coque y La Reyes ahora ven la ETB2, de vez en cuando se aventuran con la ETB1, pero el euskera todavía les cuesta un poco. El moro, sin embargo, ha aprendido ha decir antes “Lupia atsegin dio labeari”* que “Reyes, te quiero”.


* Me gusta la lubina al horno

sábado, julio 26, 2008

Silencio

No publico nada porque no tengo nada que escribir. Así es la vida. De caprichosa.

miércoles, julio 02, 2008

Pensó en suicidarse en pelotas. En montar el numerito para aparecer en los periódicos y comenzar a hacer todas esas parafernalias típicas de los que no encuentran sentido a su vida. Se le ocurrió incluso fotografiarse mientras realizaba toda la maniobra.
Una vez estaba en el alféizar, entre los claveles y las petunias, con el viento de refilón y su madre, en la otra ventana, regando la calle en vez de las flores, decidió lanzarse.

- Mamá, dijo con tono serio y convencido, sabes que te quiero y que, la decisión de suicidarme no es porque me haya vuelto loco, es porque no aguanto más, la vida me pesa.

- Pues si te pesa, cariño, no te lo pienses....

Antes de que acabara la frase, Ramón ya se estaba lanzando desde el quinto como su madre lo trajo al mundo, sin oír lo que Florencia murmuraba...

-...a mí tu padre también me pesaba y por eso decidí matarlo.
Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias