Se pegaba la cuchara a la nariz y hacía un baile extravagante con el vientre y el ombligo mirando al cielo. Su marido, que no paraba de hacer crucigramas mientras concentraba su atención amasando migas de pan con forma de pequeñas esferas, le preguntó alzando los ojos sobre las gafas de pasta viejas:

- Cariño, falto o escaso de entendimiento o razón, cinco letras.

Ella, que no dejaba de contonear la cadera de la que pendían unas chirriantes monedas de veinticinco pesetas que había guardado durante años en un tarro de mermelada, se posó la palma de la mano en la frente y dijo:

- ¿Tu crees que me sobra tiempo como para perderlo con tus tonterías?

Cunado pase...

Huirás.
Yo lloraré.
Intentaré borrarte de un plumazo.
Y hacerme la valiente.
Pensar que la soledad no es tan mala.
Y que en verdad, tenías más defectos que otra cosa.
Lo haré todo por ese orden.
Pero volveré a llorar.
Y a tener miedo.
Y a comer tarta de chocolate para compensar tu ausencia.
Todo, por ese orden.

Durante el tiempo de espera se fumó dos cigarrillos, descolgó el póster de Radiohead que tenía sobre la encimera de la cama y telefoneó a su amiga Sandrine.
También se hizo un té con leche, abrió la carta de su madre guardada hasta el momento en el cajón del tocador y se cortó el flequillo.

- ¿Sabes qué?
- Qué.
- Estoy haciendo cambios en mi vida.
- ¿Por qué?
- Porque vi que el invierno bailaba un vals en mi sojos, que se me había acabado el cuaderno de anotar la vida y que el camino de vuelta a casa acababa en mi puerta.
- ¿Y qué harás ahora?
- He dejado las llaves en la cerradura, por si algun día vuelvo. Mientras dibujaré el camino "Azul".
- ¿Azul?¿Qué demonios es eso?
- Es el tiempo perdido. ¿Te vienes?

El aburrimiento

Me dice María esta noche por el Messenger:

- Mira que teletipo he visto hoy: "Apuñala a su mujer con un cuchillo y lanza un hacha y dos monos por la ventana".

He percibido que últimamente las cosas que más me divierten son estas; igual que cuando me fui a comprar el vestido a la tienda de las chinas y casi se me cuela una en el probador.

La compra

El niño y su abuela acaban de terminar la compra en el mercado. Toña que cree que hay que educar a los más pequeños desde bien pronto para que ayuden en el hogar, aprovecha todos los sábados para agarrar a Jaime de la mano e introducirlo en la vorágine de los puestos de comida.
Cuando terminan, el nieto, extrañado por lo que acaba de suceder, le pregunta con desparpajo a su abuela...

- Abuela ¿te acabas de meter el dinero entre las tetas?
- Si hijo si...
- ¿Y eso por qué?
- (Toña le mira con ternura, le revuelve el pelo cuidadosamente y responde) Porque es el único sitio en el que tu abuelo no metería la mano.

El minideseo

Mi minideseo, ahora que se acaban las Navidades, es que vuelvan a empezar.

¿Cuál es el tuyo?