jueves, abril 26, 2007

Allí...En algún lugar...

Callum se agazapó entre el deseo de salir del mundo del silencio y el sufrimiento de lo desconocido....




Estudió el viento y sus formas, el sol y lo que le alcanzó la vista para asegurarse de que el vacío estaba repleto de seres desconocidos...





Escribió su nombre por si moría en el intento de liberarse del olvido y alguien lo encontraba tirado. Consciente de que los desconocidos no tienen espacio en la historia, dejó que su sangre dibujara las letras...



Marcó su cuerpo con el olor que de pequeño había identificado como su madre....


E implorando a los extraños su nueva condición de héroe, se lanzó más allá del bosque donde el fin se acurruca entre las sombras...




Callum les mostró su atuendo, su cara asustada, su piel pintada del deseo de poder llevar al mundo lo que todavía no sabía pronunciar...




Miró al sol que apenas guiaba ya sus ojos...




Le imploró y chilló su nombre desesperado, ahogando las palabras del llanto para no despertar a los desconocidos, sufrió la angustia de la soledad eterna...

Cubrió su rostro y sus pensamientos. El olvido de lo que antes era y quiso ser quedó de repente cegado por la oscuridad...

Pero Callum que prometió ser héroe sin saber lo que significaba y temiendo al manto negro casi tanto como a los desconocidos...Abrió sus ojos y observó que más allá del bosque...Nadie lo esperaba...

miércoles, abril 18, 2007

Todo pasa

El gordo se colocó la hebilla del cinturón mientras salía del baño. Tenía 43 años, dos hijas, una mujer que cuidaba la casa y un audi A6 que le regaló el BBVA por Navidades. Trabajaba de taquillero en un cine de la Avenida Monrroy, le daba justo para fin de mes (lo cierto es que le daba para algo más pero lo invertía en cabinas de streptease situadas en el Barrio Oscuro) y su labor, realmente no le satisfacía del todo, pero no se quejaba.
El gordo era consciente de su sobrepeso, de los problemas cardiológicos y de respiración que padecía, pero hacía tiempo que su mujer se había cambiado de habitación para dormir y eso le permitía estar solo en el colchón de matrimonio, un sueño que llevaba cosechando algún tiempo.
Sus hijas estaban en una situación insoportable de novios que no hacían más que romperles el corazón y hacerlas llorar continuamente; pero para eso ya estaba su mujer Lola, quien recostaba a las jovenzuelas en su abultado pecho que olía a colonia de Rosas de la farmacia junto con frituras varías de la comida.
Se podría decir que la relación entre los personajes no era del todo aborrecible puesto que se trababan con cordialidad y que las prácticas de apareamiento eran las justas para sobrevivir. Así que, todo ello, junto con que lo de separarse no estaba apuntado en la lista de la nevera como proyectos a corto o largo plazo, hacían que juntos formaran una familia "a su manera".
Un día, El gordo, cansado de tener que levantarse a apagar la televisión del cuarto de dormir de los años 90, inventó un sistema de apretado eléctrico mediante una barilla metálica que cogía entre el dedo pulgar y el que le sigue en el pie, que le ayudaba en su árdua tarea de manejar la caja tonta, antes de acostarse. Una día, mientras se peleaba con su nuevo sistema, comenzó a sentir una fuerte punzada en el corazón que no le dejó más que agarrarse el pecho con la mano derecha y cambiar de canal, fruto de los fuertes espasmos.
Por unos minutos, El gordo, que veía medio entre neblinas lo que se proyectaba en la televisión recobró la consciencia y gracias a los ejercicios de respiración aprendidos en natación sincronizada en su juventud se estabilizó sin apenas darse cuenta.
Las imágenes de la pantalla dejaron la nitidez a un lado para centrarse en un conjunto de rayas que se iban y se venían y que en determinado momento dejaron de aparecer, justo cuando la protagonista de la película porno le hacía una felación al maquinista de un tren de mercancias.
Los pinchazos se pronunciaron, de repente, como mil agujas, clavándose al mismo tiempo en un punto en concreto. Siguiendo el ritmo de la escena, El gordo sentía el dolor incesante de otro ataque cardíaco y no podía más que pensar lo justo, pues tenía la lengua agarrotada por completo.
La escena se volvió nítida de nuevo, la protagonista, de rodillas, se limpiaba los restos de semen, El gordo, que en quince años no había dejado de perjurar cada vez que debía levantarse para apagar la televisión, se arrastró como una serpiente por las sábanas hasta clavar sus ojos en los de la joven. Murió 30 segundos más tarde de infarto. La película porno, que estaba situada en una de las estanterías del sex shop al que el acudía una vez a la semana, era de las más cotizadas por su composición técnica y fotográfica. La protagonista, que llevaba una peluca negra rizada, acorde con sus ojos, la llamaban Candela, aunque su nombre real en los títulos de crédito era Lola.

domingo, abril 15, 2007

Así es...

La estupidez se concentra en botes de mermelada vacíos. Mientras, espero a que pase el denso tiempo en un cubículo infernal lleno de ordenadores y a que todo cambie de repente. Pensando en que esto último es complicado que suceda y en que es imposible que los que se encargan del reparto del periódico dejen de arreglar en algún momento de su vida la única moto que hay en la redacción al ser su único hobbie, solo me queda permanecer sentada y pensar. Pensar en que en algún momento, cuando terminen de corregirme las quince infernales crónicas que he redactado sobre niños ricos, pobres, de la calle, que se quitan los mocos y que no dicen nada, acumularé las fuerzas suficientes para comprarme desodorante y espuma para el pelo.

sábado, abril 14, 2007


Su regalo de Navidades fueron un par de piernas. Colgadas en la pared le parecieron un collage triste, como los que hacía su hermano todos los viernes en clase de plástica. Hizo una foto para mandársela a sus amigos por email. Las enfermeras le habían explicado cómo ponérselas pero pisar el suelo con unos hierros le parecía tan irreal, que todavía no se había atrevido a colocárselas solo.
Sentado en el borde de la cama, oyó a su madre y su perro Sam acercarse sigilosamente. Graciela, una mujer alta y guapa como de película de los años cincuenta, le propuso con ternura ponerse aquellos esqueletos colgados.
Daniel, que nunca había sido testarudo, accedió sin reprochar; se enfundó sus pies y palpó el suelo; tuvo ganas de llorar, pero se aguantó las lágrimas. Sam, un labrador color crema, se acercó a sus rodillas, olió los hierros todavía brillantes, los chupó con ternura y se quedó quieto, con la lengua fuera, mirando a su dueño.

domingo, abril 08, 2007

Una excursión al río Bobo

Eran las tres y media de la mañana cuando se nos ocurrió abrir los ojos para ir a nadar a un río. Cuatro horas de viaje, las pestañas que no paraban de bostezar y una capacidad increíble para hacer la maratón cada vez que tenemos un día de fiesta.
Esau, su mujer, sus dos hijos, Nestor (compañero del trabajo), Gallo (amigo de Esau) , su hijo y un conocido que es bicipoli, María y Miguel nos embarcamos en esta excursión que acabaó a las diez de la noche después de tomar leche con arroz.


Primera parada: un café con torta y bollos


Campamento base: aquel lugar al que cuando llegamos creímos que era el paraíso

Una caminata que mereció muchísimo la pena. Después de tres meses ya casi ni nos diferenciamos de lo autóctono...


Por fin llegamos al río y el objetivo, a parte de lanzarnos al agua, era intentar no clavarse las piedras...Juro que hemos hecho penitencia por muchos años y lo de la procesión es tontería...


De regreso y tras subir unas cuestas que nos dejaron la lengua desencajada...Una comida hecha con horno de leña, ¡ pero para qué queremos más!

Y como no podía sear menos dentro de una familia mexicana...Muchos pero que muchos niños...

Pero siempre, entre todos, hay uno que es el preferido...


Y terminamos...En un puente con tres maderas apenas sujeto por unas cuerdas oxidadas...Miguel y Esau, como no podía ser menos, se les ocurrió la brillante idea de saltar en medio, por eso que dicen de que no hay que tentar a la suerte...

¿El regreso? Cuatro horas de siesta ¿El objetivo? Volver a repetir...

miércoles, abril 04, 2007

En primavera

Y las pestañas de Oliviana se comieron las flores de las ventanas. Su madre le regañaba por marchitar los claveles pero es que no comprendía que Oliviana se mantenía joven con el color de las hojas...

domingo, abril 01, 2007

¿Qué he venido yo a hacer aquí?


Todo empezó con unos bocetos. Luego pasamos a hablar sobre si podría probarme un vestido y terminamos en una pasarela improvisada con poca luz...Y como a mí no me gusta disfrazarme ni nada...Terminé aceptando repetir en junio. Pero ¿yo a qué he venido? Todavía no lo sé.




Cristian enseñándome a desfilar...


Después de maquillada...Se suponía que iba a ser algo sencillo porque iba a vestir de novia...




Ya no había marcha atrás...




Aquí acabó todo....Muchos nervios, mucha gente gritando entre bastidores, miles de cambios de ropa y enormes maletas con infinidad de zapatos de tacón...Todo un carnaval de verano.

Si no queda satisfecho no le devolvemos su paciencia.Gracias